sábado, 27 de octubre de 2007

The first 50 years

Ayer,

por la noche,

tumbado boca arriba en la cama hinchable,

me empezaron a venir a la cabeza los veranos de mi adolescencia,

el tour,

el sol,

el barrio vacío con sus ladrillos destapados,

la piscina pública solitaria,

el Marca,

la música en los altavoces,

el olor a cloro,

el color azul exultante que salía del agua,

causado por los miles de cuadrados celeste que formaban el fondo,

mi madre tomando el sol,

mi amigo Rafa,

mi hermano,

mi hermana tan linda con sus ojos demasiado verdes,

las sillas de madera de diferentes colores

(rojo, verde, amarillo, azul, blanco),

las rampas del Alpe d’Huez,

Rominger,

las chapas,

el suelo de cemento con granos que te picaban la planta de los pies,

el melocotón frío de un naranja tan dulce,

el bocadillo de jamón, el tomate, la sal,

las chicas en bikini,

el frío al salir del agua,

las competiciones de buceo,

eternos agostos de Madrid,

Induráin,

los cómics

el curso que venía,

los profesores que vendrán,

mis deberes de matemáticas,

El Cigoto con sus barbas, su traje blanco y sus historias de la India y Janis Joplin,

los días tan largos,

la película de la tarde-noche, al volver,

los partidos de fútbol en el parque,

el sol acumulado en el cuerpo cuando te echabas a dormir,

a veces pienso en todo esto

y me entran unas ganas increíbles de volarme los sesos

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